El último lugar que Christopher Jacobs, también conocido como X, pensó que iba a encontrarse a sí mismo fue tras las rejas. Diez años más tarde, el chico que solía ser se ha ido y, en su lugar, está la tatuada y rugosa cáscara de un hombre con un asesinato bajo cinturón. Cualquier emoción que tuvo alguna vez se quedó bajo el martillo cuando tuvo una vida en la cárcel. Eso es hasta que la nueva guardia de la prisión con el ardiente pelo rojo y ojos de color esmeralda se une al bloque. Poner sus manos sobre un guardia le conseguirá el agujero, pero algunas cosas valen su castigo, y algo le dice que Lyla valdrá más de lo que podía negociar.
Lyla Evans no está segura acerca de su nuevo trabajo, pero no importa que ella no pueda mostrar debilidad. Después de graduarse con un título en justicia penal, su cuenta bancaria está casi vacía. Ella no tiene más remedio que aceptar el primer trabajo que se le ofrece, incluso si es la vigilancia de los endurecidos presos. Ella es advirtida de antemano sobre un prisionero llamado X, pero cuando es atacada, es el peligroso X su salvador. Confraternizar con los presos está prohibido, pero, a veces, las cosas más prohibidas son las más dulces. Decidida a averiguar todo lo que pueda acerca de X, aprende muy rápido que, tal vez, el culpable es el más inocente de todos
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