Hay algo que decir para dejarlo ir. Ryland Roberts lo sabe mejor que nadie. Él había dejado de lado sus ambiciones, su familia y, sobre todo, a ella. Él había perfeccionado el arte de poner su pasado detrás de él y aceptó el hecho de que la ciudad que quería dejar en su retrovisor era el lugar donde iba a vivir sus últimos días. Pero, a veces, el pasado no sólo desaparece. A veces, trata de volverse en tu contra.
Piper Jameson se convenció de que ella se fue por todas las razones correctas. Ella había salvado la gente al dejarlos, se aseguró de que no estaban contaminados por sus caminos rebeldes. Cuando su hermana pequeña le pide que vuelva a casa y para decirle adiós a su madre enferma, ella está obligada a ver que las cosas no siempre son lo que parecen. La gente que había dejado atrás no podrían haberse salvado.
En la cantidad de tiempo que tarda una bala para viajar del punto A al punto B, Piper y Ryland tendrán que poner sus sentimientos hacia el otro en un lado y tomar una decisión. Forzados a huir con la hermana de Piper, comienzan a entender que el futuro que creía haber perdido nunca estuvo realmente perdido.
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