jueves, 20 de marzo de 2014

Vital Sign de J L Mac



Me utilizo para tener una gran vida. Mi pequeño mundo era brillante. No tenía ninguna queja. Mi vida perfectamente sencilla hizo que la caída en desgracia fuese mucho más devastadora. Me caí de la pequeña burbuja celestial que compartía con Jake. Caí rápido y duro, directa a las fosas de fuego del infierno. El conocimiento de cómo funcionan las cosas suele ser una tortura agridulce que me niega un momento de respiro. Yo vivo en una ensoñación dolorosa de la que no puedo escapar. Lo tenía buena está vez.
Eso ahora se ha ido. Todo esto desapareció como el vapor en el éter. Yo soy una mujer perdida, preguntándose a través del dolor y luchando para llegar a un acuerdo con mi nuevo título: viuda. Mi familia dice que necesito comprensión y cierre. Les digo que un cigarrillo y una botella de vino es una opción mucho mejor para la satisfacción inmediata.
Soy el incomoda deprimida que está pie en la esquina haciendo que todos a mi alrededor estén miserablemente incómodo. Yo soy la que tiene ojos vacíos a la que la sociedad se esfuerza por ayudar, pero no puedo. Yo soy la que reparte sonrisas tensas y resoplidos burlones. Soy la viuda a la deriva en este mundo y sin dirección. Sin significado. No hay esperanza. Ningún signo vital.

Sadie se embarca en un viaje hacia la curación sin saber que las cosas se pondrán mucho peor antes de mejorar. A pesar de su indiferencia general hacia la donación de órganos, se encuentra a sí misma en un viaje para buscar a las únicas personas que se beneficiaron de la trágica muerte de su marido.
El resentimiento es incontrolable mientras se encuentra con los prósperos receptores de órganos. La ira y la espiral de celos envían a la delicada estructura de las emociones de Sadie en picado.
Alexander McBride tuvo una segunda oportunidad, una que él no, necesariamente, quiere. Alexander es un cambio de juego para Sadie. Ella lo odia por su salud, pero no puede dejar de sentirse como en casa en su presencia. Él alivia su dolor de una manera que embriaga; incluso adictiva.
El corazón del que una vez ella se enamoró, ahora reside en el pecho de Alexander McBride. Es una circunstancia que la obliga a librar una guerra interna alimentada por el dolor, la ira, la culpa, el amor, la lujuria y la lealtad.
Sadie debe descubrir las cosas que son de vital importancia para seguir con su vida, si tiene alguna esperanza de encontrar su camino a través de la pena que lo consume todo y que domina cada momento de vigilia.

Se publica el 11 de abril del 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.